02 mayo 2007

Por Jorge Ibargüengoitia


En Gazapo, Menelao y Gisela, los personajes centrales, se llaman entre sí “conejo,” es decir, gazapo; pero no hay que olvidar que gazapo también quiere decir mentira grande. Toda esta información la podemos obtener en la primera página de la novela; es decir, que el autor se nos presenta como con un letrero que dijera cuidado con los rateros. Esto es novedad.

Las novelas siempre han sido narraciones de hechos que tienen tan poca importancia histórica que lo mismo da que sean reales o inventados: lo importante es que alguien los cuente. Pero el narrador de estos hechos, reales o inventados, se tiene que someter a una serie de leyes elementales, de las cuales, la más importante, es la de consistencia. Si yo empiezo una historia con había una vez un rey y una reina…estoy obligado a desarrollar mi trama partiendo de la suposición de que había un rey y una reina. Lo que Gustavo Sainz hace, corresponde a un narrador que dijera: había una vez un rey y una reina; o mejor dicho había dos reyes y dos reinas. Pero todo esto no es cierto, porque en realidad no había ningún rey, ni ninguna reina. ¡Pero lo peor del caso es que había un rey y una reina!

Para ilustrar esto, voy a dar ejemplos. Mauricio, el amigo de Menelao, hace una grabación dedicada a Gisela, la novia de Menelao, en la que narra la aventura que tuvieron él, Mauricio, y Menelao con una tiple llamada Bikina. La grabación termina así:


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