10 octubre 2006

No está en ninguna parte : El circo y "Paseo en trapecio"

Por Lisa Inks

Los astrólogos dicen que si se sueña con el circo, y está allí disfrutándose, significa una satisfacción con su entorno actual. Los astrólogos dicen también que si se sueña solo que va al circo, significa que otros no lo entienden, que les da una impresión equivocada a los demás. Y si se sueña con una especie de caos en el circo, su vida está fuera de control, y requiere orden y organización (1). A pesar de cualquier discusión sobre la validez de estas predicciones e interpretaciones, la opinión popular del circo, ya introduce un cierto desequilibrio. Es este desequilibrio, o dicotomía (de una variedad de opuestos), acompañada por el vago espacio en medio, lo que crea al hilo persistente y la tensión profunda en Paseo en trapecio, la novela de Gustavo Sainz.

Además de ser una fuente de diversiones, entretenimientos y anécdotas fragmentadas, el circo como metáfora se presenta en la novela como un escenario complejo. A primera vista el circo es una colección de personajes, animales, música y actos que se unen en un gran espectáculo que apela a todos los sentidos de la gente que lo ve. Los payasos, los elefantes, los enanos, los equilibristas, los tigres, las focas: Todos representan un talento o un número distinto debajo de una carpa que, de alguna manera, forma parte de un orden más grande. De este modo, el circo es una colección de todo lo caótico que una vez refleja la naturaleza y también contiene un toque de la civilización. No es accidente que unas domadoras gemelas, vestidas de trajes de lentejuelas, trabajen con los tigres, fieras feroces de la selva que habitan una jaula (o que deben habitarla). Esta yuxtaposición es solo una entre muchas que se encuentran en las páginas, en los sueños y en las memorias del protagonista.

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